Hoy regresé a Guanajuato, sin embargo tuve una mañana
bastante activa considerando que es Domingo, me levanté con el horario de
verano, es decir, demasiado temprano, eran las 8 de la mañana y yo ya estaba
listo para salir, sabiendo que es Domingo me imaginé que no habría muchos
negocios abiertos, lo que no sabía es que todo estaría cerrado hasta el mediodía.
Di una vuelta por el pueblo, hacía un poco de frío, pero ya
en movimiento apenas se sentía. Pensé que podía pasar a la iglesia local a
tomar unas fotos del interior del templo, pero para mi sorpresa la iglesia
tampoco abriría hasta las 12 del día. Regresé a casa de Pablo, y me dispuse a
trabajar un poco en las cosas menos urgentes que tenía que hacer. Había quedado
de ver a Don Lalo el profesor de pintura y a Juan y Humberto los profesores de
guitarra y percusiones, pero cuando le marcaba a Juan no contestaba y cuando le
marcaba a Don Lalo contestaba su nieta y me advertía que su abuelo se levantaba
muy tarde. Finalmente a las 12 y media del día me dieron primeras señales de
vida.
Fui primero con don Lalo, que vivía cerca de la casa de
Pablo (en realidad todo queda muy cerca de todo), me abrió Don Lalo que estaba
desayunando con su familia, me ofrecieron un café y empezamos a platicar de su
trabajo como profesor de Pintura, me habló de los problemas que habían tenido
en cursos anteriores y de cómo la falta de material le había impedido cumplir
con sus objetivos como profesor; además me dijo que el formato con el cuál se
les evaluaba era poco práctico y que en general no era útil para conocer el
progreso que tenían sus alumnos.
Don Lalo estaba muy enojado con la fundación, lo cual me
preocupaba porque no conozco a nadie en San Luis de la Paz, y una semana antes
me decían en la Secretaría de Educación de Guanajuato que se les había hecho
muy difícil encontrar profesores para artes que estuvieran dispuestos a dar
clases a nivel de primaria.
Después de una larga plática con Don Lalo dió la hora de
visitar a Juan y Humberto, como había quedado el día anterior; cuando llegué
estaban ensayando, y los interrumpí, hablamos sobre los horarios que tendrían y
les pregunté sobre las dificultades a las que se han enfrentado anteriormente
dando los cursos, tanto Juan como Humberto les complace la idea de dar clases en
otras comunidades “a los niños les interesa más” piensan.
Después de ajustar todo esto salí rumbo a Guanajuato a las 2
de la tarde y terminé llegando como a las 6:30 de la tarde, el trayecto no es
tan largo como lo son las esperas entre autobús y autobús, pero es una cosa más
a la que tendré que acostumbrarme solamente
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